Comunicado

Saludos a todos los seguidores de este blog! Deseo indicarles que he actualizado la pestaña «Estudios Bíblicos» en donde podrán mirar los sermones y enseñanzas en los que he trabajado o estoy trabajando actualmente en mi iglesia local. Espero que estos sean de edificación para todos los que los escuchen.

Gracia y paz del Señor Jesucristo.

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Gracia y paz de Dios

Mensaje devocional

Gálatas1:3-4

Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,

Grandes y preciosas verdades son enseñadas en esta breve salutación apostólica en la carta dirigida a los gálatas, tan solo debemos observar el texto con atención y extraeremos mucho para que nuestra mente medite en varias cosas referentes al cristianismo. Consideramos algunas de ellas mediante un método catequético (mediante preguntas y respuestas).

Nuestra primera consideración será la siguiente: ¿Cuál es la fuente de la gracia? El texto nos dice: ‹‹Gracia y paz sean… de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo››. Tanto la gracia como la paz verdadera tienen una misma fuente, ambas fluyen del mismo manantial: Dios. Pero nos referimos aquí no de manera distintiva a Dios el Padre solamente, sino también a Dios el Hijo y, aunque no es mencionado explícitamente, también podemos incluir a Dios Espíritu Santo; es decir, que la gracia y la paz tienen su origen en el Dios Trino, el cual es rico en gracia (Efesios 1:7) y a quien llamamos también Dios de paz (Romanos 15:33). Siendo esta una absoluta verdad,
consideremos cuán absurdo, deprimente y fatal, es el suponer que nuestras almas pueden experimentar y crecer en gracia
y paz, en tanto más bienes de este mundo se posean. Para muchos la gracia y paz es igualada a comodidad y confort. Si así fuera, me rehusaría completamente a aceptar el cristianismo, pues entonces los santos hombres de Dios del pasado, como los apóstoles del mismo Señor Jesucristo, no hablaron verdad, ya que sus vidas son evidencia de verdaderos sufrimientos de todo tipo. Pero lo cierto es que eso no es el cristianismo y, por lo tanto, la comodidad y el confort no son una evidencia necesaria de tener gracia y paz de Dios. El Dios de la Biblia, el único y verdadero Dios, es espíritu y sus bendiciones como la gracia y la paz son bendiciones espirituales conforme a Su naturaleza. Aunque Dios también puede bendecir materialmente, y ciertamente lo ha hecho, de manera fundamental el provee bendiciones espirituales que son eternas. ¿Se encuentra tu alma afligida por el afán de obtener más de este mundo terrenal? ¿Crees que los bienes de este mundo te darán seguridad y tranquilidad? ¿Piensas que obtener más tesoros terrenales te ayudará en tu comunión con Dios? Si hemos considerado cosas semejantes, vayamos en arrepentimiento ante nuestro Dios, aflijamos nuestras almas por permitir tales pensamientos, y entonces Dios derramará gracia y paz para recordarnos que eso es suficiente.

Pasemos a una segunda pregunta: ¿A quiénes les es concedida la gracia y la paz? El texto dice: ‹‹Gracia y paz sean a vosotros…››. Pero, ¿quiénes son “vosotros”? El apóstol se dirige a una iglesia, es decir, que la gracia y la paz es concedida solamente a los cristianos. Pero acá también debemos ser cautelosos ya que hoy día cualquiera dice ser cristiano. Por lo que podemos ser aún más explícitos y referirnos a que la gracia y paz es dada exclusivamente a las personas que habiendo reconocido la maldad de sus pecados y al Dios Santo, se han humillado y arrepentido delante de Él y le han suplicado su perdón, y por medio de la fe se han aferrado a Cristo Jesús como la única esperanza para recibir la justificación, y por lo cual entonces ahora gozan de unión con Cristo. Entonces, de una manera resumida, un cristiano es alguien que verdaderamente está en unión espiritual con Cristo. Esto hace del cristianismo y sus bendiciones una fe exclusiva. No que solamente una élite de la población pudiera ser cristiana, no, sino que Dios más bien llama a todo tipo de personas a venir a Él. Pero solo los que reciben con fe el evangelio son los que pueden experimentar la bondad de Dios y sus misericordias. A eso me refiero con que el cristianismo es exclusivo. Piensa en cómo las personas andan en búsqueda de la felicidad. No hay nadie que no quiera ser feliz. Las personas se frustran y se deprimen porque se sienten desdichadas, pero tal desdicha viene de manera general por no poseer cosas terrenales o no ser receptores de afectos de sus semejantes. El mundo corre tras la paz, pero encuentra mayor infelicidad. Los cristianos éramos así también, pero por la gracia de Dios en un momento dado de nuestras vidas la gracia y la paz que no buscábamos nos salió al encuentro en la persona de Cristo. ¿Gozas tú de tales bendiciones espirituales? Si las gozas, ¿cuánto agradecimiento muestras a Dios por ellas? Querido hermano: Si estas bendiciones te han alcanzado, cuídate de la ingratitud buscando paz en las cosas terrenales. Querido amigo: Si tú no has acudido en arrepentimiento y fe a Cristo, debes hacerlo ahora mismo. Jamás hallarás estas bendiciones en el mundo. Si quieres verdadera paz solo la encontrarás en el Dios de paz, y Él está dispuesto a acercarse a ti si tú te acercas a Él (Santiago 4:8).

Finalmente, consideremos una última pregunta: ¿Cuál es el propósito y resultado de la gracia? Una vez más veamos el texto, dice: ‹‹…el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo…››. Sabemos ya que la gracia y la paz vienen de Dios. El Santo Hijo de Dios el Padre es en quien hemos experimentado estas bendiciones por tener unión con Él, ¿y para qué nos ha traído el Señor Jesucristo estas bendiciones? Para librarnos del presente siglo malo. En otras palabras: para ser santos. La gracia, dice Pablo, “se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12). ¡Qué ganancia tan preciosa nos trae la gracia de Dios! Esta es una verdadera ganancia
para nuestra alma. Recibimos, sin merecerlo, todas las bondades de Dios para Su unigénito Hijo Jesucristo, por estar en unión con Él. Y sabemos que todo lo que Dios hace es perfecto. Por lo que se reconoce que el sacrificio de Cristo realmente ha otorgado esta bendición de ser librados del presente siglo malo, o dicho de otra manera, efectivamente el sacrificio de Cristo ha traído gracia santificadora a nuestra vida para que seamos guardados del mal. Y es justo en este punto donde de manera experimental podemos determinar si hemos sido  receptores de la gracia y la paz del Señor. La gracia de su salvación nos ha posicionado como santos escondidos en Cristo (Colosenses 3:3) y la justicia de Cristo que nos ha revestido por la fe nos concede seguridad de salvación y garantiza un crecimiento en santidad (Romanos 5:1-5). Sin santidad no se puede hablar de haber recibido gracia y paz, porque la santidad es el resultado de estas particulares bendiciones espirituales. ¿Eres santo? ¿Vives en conformidad con los mandamientos del Señor? Ser santo no significa ser perfecto, pero significa vivir en sumisión a Dios, afligirse por el pecado y buscar continuamente su rostro en oración. Si queremos experimentar una verdadera paz y ser fortalecidos continuamente en la gracia de Dios debemos ejercitarnos en las disciplinas espirituales, y los que estamos unidos a Cristo podemos y debemos hacerlo.

¡Gracia y paz sean a vosotros!

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Pecados indirectos que desagradan a Dios

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En los últimos años ha surgido lo que se puede decir un redescubrimiento de las doctrinas de la gracia, y gracias a Dios por ello. Algunos quizás lo vean como un «gran avivamiento». Yo soy reservado y no le llamaría así. Prefiero describir esto como un mayor conocimiento de una parte de la teología reformada que sin duda es la más consistente con la Escritura, la doctrina que contienen las grandes confesiones históricas de fe, como la Confesión Bautista de Fe de 1689. Sin embargo, este «redescubrimiento» en su mayor parte no tiene como fin adentrarse en las profundidades de la teología reformada y por lo general se asienta únicamente en los 5 puntos del calvinismo. No crea estimado lector que me he olvidado de las 5 solas, pero no es acertado afirmar que esta nueva reforma se aferra a ellas, dado que la confusión es tal que al día de hoy ya se habla de pastores «reformados» continuistas y de pastores «reformados» dispensacionalistas y, por si fuera poco, también hay quienes ven como pastores «reformados» a quienes tienen en poco la Ley moral de Dios. Quien esté familiarizado con lo que he escrito hasta aquí, ya se habrá percatado que esto es lo que hoy se conoce como NeoReforma o Nuevo Calvinismo. ¿Y por qué digo que este movimiento no se aferra realmente a las 5 solas? Bueno, porque en realidad la misma teología que se promueve entre algunos de este movimiento ataca a la Sola Escritura. Por ejemplo, es incompatible la Sola Escritura con el continuismo, y también es incompatible la Sola Escritura con el principio normativo de la adoración. Este movimiento sin duda ha generado preocupación entre quienes verdaderamente aprecian el valor y la importancia de la doctrina y la fidelidad escritural; máxime cuando lo que más afectado se ve es el entendimiento de la iglesia y su función, y a partir de esto se derivan las grandes confusiones y problemas, porque la Iglesia es definida en la Palabra de Dios como «columna y baluarte de la verdad» (1 Timoteo 3:15), y si ella no cumple fielmente su función no podemos esperar otro resultado que la confusión. Y es verdaderamente triste y preocupante que esta nueva reforma está arrasando consigo a congregaciones que en algún momento caminaban fielmente. Pero, ¿cómo puede ser que congregaciones que caminaban ordenadamente ahora sean llevadas por este movimiento? Esto tiene una respuesta clara: la asociación ministerial. Y es a esto a lo que hace alusión el título de esta entrada. Como es notorio, hay muchos pastores o predicadores muy populares en este movimiento y sin duda la popularidad tiende a traer grandes tentaciones al ministro de la Palabra. Y me parece que en ello se ha dado el desvío de algunos que en otro tiempo caminaban ordenadamente y ahora dejan mucha confusión. Quizás el deseo de seguir sobresaliendo ha llevado a algunos a no querer perder ese lugar que tienen para ser impopulares y tachados como muy rígidos o de espíritu divisor (algo que se suele decir entre los que no logran ver el panorama completo), y eso los lleva a asociarse con quienes promueven prácticas no bíblicas y quizás hasta antibíblicas, o bien, con aquellos que tienen estrecha relación con quienes andan en el error. El lema de hoy en día es «unidad sobre la verdad», en lugar de lo cual se debiera decir: «unidad en la verdad». Esto no quiere decir que la unidad debe darse solo cuando hay un 100% de acuerdo en la doctrina, no, pero las doctrinas fundamentales y esenciales de la fe no deben comprometerse a favor de la unidad (y cuando hago alusión a doctrinas esenciales y fundamentales no crea que tengo en mi mente doctrinas primarias, secundarias y terciarias como este movimiento define). Tampoco esto sugiere que sea prohibido un acercamiento o algún tipo de relación personal con quienes no creen lo mismo (eso sería un grave error). Así que me estoy refiriendo a la asociación ministerial.

Esta mañana, en mi lectura de la Biblia, leía en el segundo libro de Crónicas la historia de Josafat rey de Judá (esto me alentó a escribir esta entrada), y es notorio que la tendencia que se da hoy de «unidad sobre la verdad» no es para nada bíblica, puede parecer piadosa, pero no lo es por cuanto no se conforma a la doctrina de la Biblia (1 Timoteo 6:3). La historia de Josafat nos relata cosas muy importantes. El escritor bíblico afirma que este rey hizo lo bueno a los ojos de Dios (2 Crónicas 17:3-6). Ahora bien, esta es la descripción bíblica de todo verdadero cristiano ya que los hijos de Dios fueron creados en Cristo para buenas obras (Efesios 2:10), por lo que no sugiere que Josafat haya sido perfecto, como nosotros tampoco lo somos. Pero a pesar de que Josafat buscó a Dios de corazón, no obstante, pecó grandemente y su pecado trajo consecuencias enormes. Se nos relata que en aquel tiempo de su reinado en Judá también reinaba en Israel el rey Acab, quien fue el rey más perverso de Israel (1 Reyes 16:30-33), y había contraído parentesco con él porque Josafat había permitido que su hijo se casara con una hija de Acab (2 Crónicas 18:1; cf. 2 Crónicas 21:6). Así que estamos hablando del recto rey de Judá y del malvado rey de Israel. Ahora bien, aunque el reino se había divido sin embargo eran del mismo linaje, ¿no es cierto? Así lo pensó Josafat para permitir que su hijo se casara con la hija de Acab y también para aliarse en la guerra con Acab cuando él se lo propuso:

2 Crónicas 18:3 

Y dijo Acab rey de Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad? Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra.

Es penoso que a pesar de que Acab era un aborrecedor de Dios, algo que Josafat sabía muy bien, a pesar de ello tomó por proceder el lema de «unidad sobre la verdad». Y esta unidad fue justo su grave error. Tan sentimentales (o carnales) se vuelven estas relaciones de unidad que con todo y la profecía de Jehová que fue entregada por el profeta Micaías, quien dijo que no debían ir a la guerra (2 Crónicas 18:16), aún así el rey Josafat insistió en salir a la batalla que Dios no había mandado, y esto además fue una desobediencia deliberada de Josafat puesto que él mismo pidió consultar a un profeta de Jehová (2 Crónicas 18:6-8). ¡Qué irónico! Cuando uno lee este relato supondría que Josafat pide un profeta de Jehová para seguir la voz de Jehová, pero no fue así. A pesar de tener el consejo de Dios prefirió la unidad antes que la verdad. Y Dios no se hizo esperar mucho para hacerle saber que él pecó al relacionarse con alguien que no andaba en la verdad, esto nos dice el escritor bíblico:

2 Crónicas 19:1-2 

1 Josafat rey de Judá volvió en paz a su casa en Jerusalén. Y le salió al encuentro el vidente Jehú hijo de Hanani, y dijo al rey Josafat: ¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto.

Por si fuera poco, no solo lo hizo con Acab, sino que también más adelante volvió a estrechar su mano con Ocozías quien también era dado a la impiedad (2 Crónicas 20:35-37). Son estos pecados indirectos; o dicho de otro modo, por asociación, los que parece han quedado en el olvido en nuestra época. Por eso se manifiesta en esta «Nueva Reforma» una corriente ecuménica. No importa la doctrina, unámonos por causas comunes. Hay que redimir la cultura. Hay que ser relevantes. Esto y otras cosas suceden en este nuevo movimiento. Ahora, usted dirá: «esos textos están hablando de un impío con un incrédulo, pero no aplican para una relación entre cristianos con diferentes posturas». Si no ves el principio acá, tal vez te resulte más claro en la enseñanza del NT:

2 Tesalonicenses 2:15

Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.

2 Tesalonicenses 3:14

Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence.

Notemos que acá ya se nos habla de doctrina y el apóstol Pablo manda a no juntarse (asociarse) con quienes andan desordenadamente. Y claramente también enseña que esta desunión o desasociación no implica necesariamente que los tales no sean cristianos, sino que deben señalarse y amonestarse como a hermanos (2 Tesalonicenses 3:15). Y una desobediencia a la instrucción bíblica no es otra cosa que pecado.

A la luz de la enseñanza bíblica, debemos recordar que la asociación ministerial con aquellos que andan desordenadamente, o bien, con quienes se relacionan con los que andan en mal proceder, es sencillamente algo grave y el desagrado de Dios se verá, quizás no inmediatamente, pero sin duda a futuro, y el caos y la confusión después serán lamentables. No olvidemos que ese parentesco de Josafat con la casa de Acab, muchos años después provocó que Atalía, la hija de Acab, casi llegase a destruir la descendencia real de la casa de Judá (2 Crónicas 22:10-12) y esta mujer malvada influyó para que su hijo, el rey Ocozías de Judá, anduviera impíamente conforme ella había aprendido de sus padres (2 Crónicas 22:2-4).

Esto no es distante a lo que estamos viviendo con la Neoreforma. Sí, hay exponentes elocuentes. Sí, han hecho buenos aportes en algún punto. Pero nada de eso debe anteponerse a la verdad. Las grandes plataformas que promueven esta nueva reforma están llenas de hombres que se relacionan sin ningún problema con católicos, o que fomentan el «cristiano gay», o que niegan la literalidad del Génesis, o que fomentan la celebración de Halloween y otras cosas más. Alguno dirá: «Pero no todos son iguales». Es cierto, pero ¿qué hacen asociándose con ellos? Eso deja mucho que desear y genera grandes confusiones a la misma fe que pretenden defender. Un maestro no solo enseña con las palabras que dice, sino también por lo que no dice, y por sus actos.

Este nuevo movimiento debiera recordar las palabras y ejemplo de un predicador antiguo que tanto gustan citar:

«He predicado la verdad de Dios, en la medida en que la conozco, y no me he avergonzado de sus peculiaridades. Para evitar degenerar mi testimonio, me he apartado de aquellos que se descarrían de la verdad, e inclusive de aquellos que se asocian con ellos». Charles Spurgeon.

Quiera el Señor mantener las iglesias centradas en la verdad a fin de que el testimonio de Cristo en el Evangelio transforme la cultura y que no sea la cultura trastornando a la iglesia.

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Cuidado con el falso evangelio

Pero, aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!
Gálatas 1:8‭-‬9 NVI

Todo aquel que adultere la Palabra de Dios será justo receptor de la ira de Dios. Pero no serán malditos (anatemas) solo quienes predican un evangelio distinto, sino también quienes se disponen a escucharlos y aceptar tal perversión de la verdad. Entonces, el texto apunta hacia dos direcciones:

  1. Los falsos maestros: estos serán malditos por tergiversar la verdad de Dios. Y debemos saber que la maldición caerá por cambiar las palabras fieles de la Escritura, sin importar el corazón. Esto es necesario entenderlo, ya que no todos los falsos maestros tienen en su corazón el deseo de cambiar la verdad de manera maliciosa, algunos lo hacen con celo pero en ignorancia (Ro. 10:2; Jn. 16:2). No obstante, aunque tengan un celo genuino, la maldición caerá de igual manera. La única forma de que alguien predique un evangelio sin adulterar es que primeramente haya comprendido y aceptado la Palabra de Dios y Su santo evangelio tal como fue expuesto por Cristo y sus apóstoles. Por eso es que los falsos maestros, aun aquellos con buenas intenciones, terminan tergiversando el evangelio, porque hablan lo que no conocen acerca de Aquel a quien no han oído. Esto sugiere una gran pregunta: ¿El evangelio que he creído realmente se ajusta a la Escritura? El falso evangelio podrá contener parte de la verdad de Dios pero altera su esencia. Es un falso evangelio todo mensaje que proclama una salvación sin la mediación de Cristo. Es también un falso evangelio el que señala que el hombre es capaz de salvarse por las obras de la ley. Todo mensaje que asegura que el hombre tiene alguna parte en su salvación es también un falso evangelio. Además, es un falso evangelio toda enseñanza que exprese que Jesucristo no es Dios. Y es un falso evangelio todo mensaje que suponga que la gracia es una licencia para el pecado. ¿Has aceptado algo de todo esto? Ten cuidado.
  2. Los oyentes de falsos maestros: al igual que los falsos maestros que no pueden hablar lo que no conocen, también los falsos profesantes de fe no podrán discernir la verdad del error porque no están en la verdad. Los que son seducidos por los falsos maestros van a ellos confiadamente porque su ignorancia los atrapa. Estos son personas que dicen creer en Dios pero no conocen sus biblias. Piensan ser piadosos pero carecen de fe viva que los impulse a la santidad. Sus corazones están dispuestos a escuchar solo lo que les gusta oír pero la confrontación de la verdad muchas veces les repugna. Tal como los griegos, adoran al “Dios no conocido”. También los tales caerán bajo maldición. ¿Conoces realmente la Biblia? ¿Puedes discernir verdaderamente la verdad del error? ¿Qué tipo de enseñanza es la que te agrada? ¿Sigues los deseos del mundo pensando que Cristo te ofrece la solución a tus problemas financieros? ¿Piensas que unas formulaciones de palabras pronunciadas con “voz de guerra” van a mantenerte firme en la vida espiritual?

Lo único que puede guardar nuestras almas del error es permanecer firmes en la verdad. Así que, pongamos nuestra mirada en Cristo y deseemos como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada (1 P. 2:2).

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El vestido de los escogidos de Dios

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Colosenses 3:12‭-‬13

El carácter de los escogidos de Dios es manifiesto delante de los hombres. El corazón puede engañar a una persona pero su conducta siempre ha de delatarlo. Muchas personas pretenden tomar las doctrinas de la gracia para justificar sus pecados pero eso no es más que el engaño de Satanás quien los conduce por el camino contrario a lo que Dios revela en Su Palabra. Quienes asuman que son elegidos de Dios deben, con limpia conciencia, autoexaminarse y ver si las gracias divinas se están haciendo visibles en su vida. El escogido por Dios vive como tal, su vestido es la santidad, la benignidad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia y el amor. Esto no es otra cosa que la demostración del carácter de Cristo en su conducta.

¿Vives realmente como un escogido de Dios?

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Sujetos aptos para el bautismo

sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Colosenses 2:12

La preciosa ordenanza del bautismo instituida por nuestro Señor Jesucristo es en muchos casos tratado a la ligera. Algunos, como los hermanos presbiterianos, sostienen que el bautismo debe ser administrado a los hijos de los creyentes por cuanto son parte de la promesa. Esto no es, a mi parecer, la mejor comprensión de la estructura pactual de la Biblia, ni tampoco lo que enseña este texto, pero no hablaré de este asunto. Por otra parte, están quienes no bautizan niños porque bien saben que en ninguna parte de la Biblia existe un mandamiento para ello, pero sí están dispuestos a bautizar a cualquiera que simplemente diga que es creyente sin mirar sus frutos. Para hacer esta práctica tal parece que la evaluación no es por evidencias de una vida consagrada a Dios, sino más bien por edad. En muchos lugares sostienen que a partir de los 12 años ya se pueden bautizar los que lo deseen. Pero tomar este mandamiento del Señor a la ligera es tomar con desprecio a Él mismo y Su Palabra. Los siervos no podemos cambiar las estipulaciones de nuestro Amo, ni debemos intentar concluir lo que no está revelado expresamente en la Palabra de nuestro Señor. Hacer esto es menospreciar Su autoridad. Pero este texto del apóstol Pablo nos enseña claramente que el bautismo es un símbolo visible de lo que ha ocurrido invisiblemente en el interior: Dios ha circuncidado el corazón del bautizado (v.11). Y el argumento de Pablo es claro, el bautismo representa que, mediante la fe en Dios, el sujeto ha sido sepultado y resucitado con Cristo. Mediante la fe, se refiere exclusivamente a la fe del bautizado. No la fe de sus padres. Y mediante la fe, se señala al sujeto apropiado, esto no es una cuestión de edad, ni siquiera de cuántos años tiene alguien asistiendo a la iglesia. Es solamente por la fe, y la fe ha de ser evidenciada en una vida de obediencia al Señor. Por ello, cuando una iglesia no toma en cuenta lo que Dios ha estipulado es el requisito para el bautismo, terminan por menospreciar Su Palabra, tomando a la ligera tan preciosa ordenanza. Pero más allá de esto. Hay beneficios en el bautismo bíblicamente ordenado. En medio de las muchas luchas espirituales, quien ha sido bautizado bíblicamente puede recordar su testimonio público y tomar fuerzas en el Señor al recordar que por la fe que le ha sido dada, su vida está escondida en Cristo y le aguarda la gloriosa esperanza de la vida eterna. Puede confiar que así como fue muerto al pecado, ahora vive en novedad de vida para ser siervo de la justicia, por cuanto Dios le ha concedido vida cuando estaba muerto en pecados (v.13). Pero para quien fue bautizado a la ligera, sin mediar la fe en Cristo, ¿qué beneficio espiritual tendrá de esta ordenanza del Señor Jesucristo? Evidentemente no supondrá ningún beneficio, sino que verá el bautismo como un ritual con el que ha de cumplirse.

Si has sido bautizado bíblicamente, el recordar tu bautismo te dará animo en las diversas luchas contra la tentación y las pruebas. Pero si fuiste bautizado sin un entendimiento correcto, o cuando aún no tenías fe, debes entonces cumplir de manera precisa con el mandamiento del Señor, y ser sumergido en las aguas del bautismo, una vez que sea manifiesto en tu vida que por la fe aguardas la esperanza bendita de la resurrección de los muertos en Cristo.

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¿Quién es la Cabeza de la Iglesia?

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
Colosenses 1:18

Preguntar quién es la cabeza de la Iglesia parece ser una pregunta con una respuesta obvia para cualquier cristiano, sin embargo, aunque generalmente la mayoría darán una respuesta correcta, en la práctica es algo totalmente distinto. Iniciaré por los pastores. Con demasiada frecuencia quienes ocupan este oficio se llegan a dirigir como cabezas de la Iglesia. Suponen que tienen potestad para hacer de todo según les parezca mejor y muchas veces actuando, consciente o inconscientemente, contra las Escrituras. Prueba de ello es cuando los pastores son quienes determinan unánimemente quiénes serán otros pastores y quiénes serán diáconos (esto sucede sin tomar en cuenta los requisitos bíblicos y sin evaluación y reconocimiento de la iglesia). Otra manera en la que se pone de manifiesto que un pastor o los pastores de una iglesia están actuando como cabezas de la iglesia, se da cuando suponen que nadie puede corregirlos (no solo en doctrina sino también en práctica). Seguramente conocerás muchos pastores así. Pero pasemos ahora a los miembros de la Iglesia, porque este mal no afecta únicamente a los pastores sino también a la membresía. También son muchos quienes piensan que la iglesia funciona como una democracia, donde en absolutamente cada cosa la membresía debe determinar por mayoría lo que se puede o no hacer. Esto generalmente termina siendo en muchos un deseo pecaminoso, puesto que manifiesta en muchas ocasiones falta de humildad y sumisión hacia los pastores que Dios designó en la Iglesia, ya que piensan que han de sujetarse únicamente en aquellas cosas en las que pudieran estar de acuerdo. Estas acciones llegan a limitar “democráticamente” la autoridad que Dios les concede a sus ministros dentro de la iglesia local y así es como llegan a manifestar, en la práctica, que la cabeza de la iglesia es la membresía. Este es un grave problema, porque bajo este criterio se puede comprometer también la sana doctrina y fácilmente se presta para que se conformen facciones que dividan la iglesia, porque quienes son la mayoría, con un pensamiento en común, buscarán imponer sus pensamientos (qué gran utilidad son las confesiones de fe para evitar esto). Así es como vemos que aunque la pregunta de quién es la cabeza de la Iglesia parece ser de respuesta obvia para la gran mayoría de cristianos, en la práctica, sin embargo, no siempre hay congruencia. Dios ha puesto a Su Hijo como autoridad y Cabeza de la Iglesia para que en todo tenga la preeminencia, pero con tristeza debe admitirse que tantas veces, pastores o miembros de la iglesia, son quienes buscan la preeminencia, usurpando así la autoridad que solo le corresponde al Señor Jesucristo.

Hermanos pastores, no pierdan de vista que la esfera de su autoridad en la iglesia la determina Dios mismo en Su Palabra, no se pueden autoimponer la autoridad que les plazca, sino que la autoridad que poseemos los pastores es delegada por Cristo y limitada por el Señor mismo. Y hermanos miembros de la iglesia, no piensen que la iglesia funciona como una democracia, recuerden, no se trata de la mayoría, se trata de la voluntad revelada de Cristo, solamente Él es el Rey y Cabeza de la iglesia. La membresía no es la Cabeza. No rebajes la autoridad de tus pastores subjetivamente ni pretendas, sin causa bíblica, ir en contra de aquellos que el Señor en el ejercicio de Su autoridad ha puesto para apacentar tu alma.

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